Prensa amarillista en el contexto pandemia

Hoy en día la Prensa Sensacionalista o Amarillista ha sido muy efectiva a la hora de dar a conocer titulares de catástrofes y grandes números de fotografías con informaciones detalladas acerca de accidentes, crímenes, adulterios, enredos políticos y en tener su información desordenada.
Sin embargo tantas noticias amarillistas han llevado a que nuestro país se sature de la misma, creando un círculo vicioso en torno a esta práctica.

Prensa amarilla o prensa amarillista es un tipo de periodismo que presenta noticias con titulares llamativos, escandalosos o exagerados para tratar de aumentar sus ventas, aunque por lo general estas noticias no cuenten con ninguna evidencia (o escasas) y sin una investigación bien definida.
Este tipo de prensa sensacionalista incluye titulares de catástrofes y gran número de fotografías con información detallada acerca de accidentescrímenesadulterios y enredos políticos. En caso de gráfica o en televisión, se caracteriza por usar música impactante, colores extremadamente saturados, principalmente el rojo y tener su información desorganizada.

El sensacionalismo es la tendencia a presentar los hechos y las noticias de modo que produzcan sensación, emoción o impresión. (Diccionario Enciclopédica Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.) Esta palabra se suele referir a los medios informativos: a los que critican los sesgos mediáticos de cualquier signo político suelen acusar a los medios de adoptar posturas sensacionalistas en su forma de ofrecer las noticias. Es decir, que acusan a los medios de informar sobre asuntos chocantes o que llaman la atención en lugar de asuntos relevantes o importantes.

Actualmente, con numerosos programas televisivos se está dando aún más importancia a asuntos de escasa trascendencia como la vida privada de personas famosas, que despiertan un gran interés entre el público. La prensa amarilla falsea la información, resalta el morbo, incentiva la violencia y banaliza la vida social.

Ciertamente mucho se ha escrito y discutido sobre la prensa amarilla, de cómo falsea la información, cómo resalta el morbo e incentiva la violencia y banaliza la vida social. Dada la amplia discusión que este fenómeno ha tenido desde la prensa de masas norteamericana hasta los tabloides ingleses, no hay muchas novedades si solo nos centramos en el análisis de los textos y de las estructuras narrativas de estos diarios. Más allá de una nueva condena o la apelación a una legislación más severa, estimo que el fenómeno de la prensa amarilla ya ha sido ampliamente descrito desde su dimensión periodística

Sin embargo, como fenómeno comunicativo y cultural, la reciente prensa amarilla sugiere una serie de interrogaciones y preguntas que no han sido abordadas suficientemente. Al concebirse la prensa amarilla al margen del periodismo, de cierta manera ha primado una visión negativa y condenatoria.

Sin embargo, ello ha impedido observar las tramas culturales que ésta entreteje con las culturas de sus lectores y con la agenda pública. “La prensa no tiene mucho éxito en decir a la gente qué tiene que pensar pero si lo tiene en decir a sus lectores sobre qué tienen que pensar”. (Cohen, 1963, p. 13) Ciertamente, pensar la prensa amarilla como un proceso comunicativo supone superar la perversidad con que sus dueños usan y tergiversan la información y nos lleva a comprender la comunicación también desde el punto de vista de sus públicos. Si partimos de esta premisa, debemos entender a la prensa amarilla desde otra perspectiva: como un proceso dinámico, en el que están involucrados otra oferta de prensa, otros medios audiovisuales, un sistema político. En una sociedad de intercambios cada vez más dinámicos que trascienden el tiempo y el espacio, no podemos pensar la relación entre el lector y el diario amarillo como si éstos estuvieran aislados de lo que ocurre en el mundo. Es necesario analizarlos en sus contextos culturales y mediáticos.Esta prensa cumple una doble función, sirve tanto para ser comprada y consumida por sus lectores como para ser mirada en sus titulares. La práctica de ver los titulares es muy común; es parte de los operativos psicosociales, pero también refleja la velocidad de la vida cotidiana, donde lo audiovisual tiene su imperio y toda la diagramación periodística está organizada para ser más vista que leída. (Revista de investigación psicológica, ISSN, 1560-909x, Vol. 11, N°2, 2008, pág. 153) “Los diarios amarillistas son fuente de entretenimiento, de satisfacción de necesidades, de protagonismo y también de voyerismo público; a diferencia de la prensa amarilla de finales del siglo XIX…” (Revista Latina de comunicación Social, Octubre 1999, N° 22, La laguna (Tenerife). Sin embargo, la prensa actual se ocupa muy poco de las noticias internacionales o de personajes de la realeza. Más bien, se trata de una lista interminable de personas anónimas, como albañiles, profesores, vendedores ambulantes y cobradores de microbuses que discurren entre las páginas de los diarios, entre notas exageradas y distorsionadas. Personajes que de ninguna manera son los protagonistas de los diarios serios y reflexivos, encuentran en esta prensa una representación banal de su cotidianeidad y sus espacios.


El sensacionalismo ha traspasado la frontera, instalándose tanto en la prensa seria como en la televisión y la radio. Contra lo que se suele pensar los lectores de esta prensa no son siempre los menos instruidos, ni los miembros de las clases sociales más bajas. Entonces, no siempre estamos frente a un lector de poca instrucción, ni desvinculado de la agenda política, no estamos frente al paradigma de la marginalidad, según el cual esta prensa se ocupa de los márgenes de la sociedad. También esta prensa resalta y apela a dimensiones que los otros diarios no se proponen, la función lúdica predominante. Ellos no tienen competencia en los diarios tradicionales que encasillan el entretenimiento a las secciones de humor y misceláneas. Por su parte los lectores de estos diarios se articulan en torno a algunos factores:

• El gusto por el entretenimiento extremo por encima de la veracidad.

• Por los enfoques trasgresores, es decir, sin reparar en aspectos éticos, morales o de valores (de allí el gusto o la tolerancia frente a la crónica roja, el uso del cuerpo de la mujer como objeto y la escasa preocupación por la estricta veracidad de los hechos) • Por la búsqueda de “horizontalidad social”, es decir de espacios, rostros y lenguajes similares a los suyos.

• Y finalmente la preferencia por las narrativas de acción en desmedro de una actitud más analítica.

Por lo mismo, estamos hablando de comunidades de consumo que trascienden las clases sociales y el grado de instrucción (instrumentos clásicos del análisis del marketing) y se ubican en lo que podemos llamar cultura de la trasgresión y la horizontalidad. (Erick R. Torrico Villanueva, El sensacionalismo: algunos elementos para su comprensión y análisis, 1999) Esta problemática remite de modo necesario a las visiones teóricas que existen en torno a la influencia de los medios masivos en general, que pueden ser vistas por la de la “aguja hipodérmica”, la de la influencia social, la de usos y gratificaciones, la del análisis del cultivo, la del establecimiento de agenda y la de las mediaciones.

La investigación dentro de esta corriente se centra sobre los usos del contenido de los medios para obtener gratificaciones o la satisfacción de necesidades. La conducta de la audiencia debe explicarse en buena medida a partir de las necesidades e intereses del individuo.

Es necesario superar la noción simplista de sensacionalismo como manifestación del mal gusto en los medios masivos o como función narcotizante.

Hoy, la pretensión de mantener claramente una distinción entre medios serios y medios sensacionalistas parece bastante problemática. El sensacionalismo es parte de una estética inquietante que se encuentra en abierta disputa por los nuevos espacios semióticos de la industria cultural. Está claro que el amarillismo o sensacionalismo está presente, en mayor o menor medida, en todos los medios impresos y que su instauración en determinados periódicos aumenta día a día, de forma preocupante, ante el temor de que la competencia se apropie de grupos de lectores que antes no comulgaban con su línea editorial. El grado de superficialidad dependerá de la pretendida seriedad que quiera transmitir el periódico, pero incluso medios con una contrastada trayectoria de credibilidad están incurriendo en el error de introducirse al sensacionalismo.

La función fundamental de la prensa es informar, ¿entreteniendo? No cabe duda que el amarillismo forma parte de la historia de la prensa desde que existe y es una elección personal de la audiencia consumirla o no. Es interesante el planteo de la Teoría Crítica, en donde analiza el manejo de los medios de comunicación de masas y su trabajo sobre la alienación de los individuos. Es gracias a estos basamentos teóricos que propongo que es la audiencia quien decide qué medios va a consumir, sea periodismo sensacionalista o no, pero son estos mismos medios quienes, al ocuparse de mantener un vínculo estrecho con la audiencia, ésta deja de ser activa en cuanto a sus elecciones.


Bibliografía

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  • Cerbino, Mauro. Ética y Sensacionalismo en el periodismo digital. Disponible en http://www.flacsoandes.org/comunicacion/aaa/imagenes/publicaciones/pub_167.pdf Cohen, Bernard. C. Mass News Media. Teoría de la agenda-setting. Universidad de Princeton, 1963.
  • Hall, Stuart, 2004 (1973). Codificación y descodificación en el discurso televisivo, CIC. (Cuadernos de Información y Comunicación), Universidad Complutense, 9: 210-236.
  • Katz, Elihu, Jay G. Blumler y Michael Gurevitch: “Usos y Gratificaciones de la comunicación de masas, en M. de Moragas (1986) (ed) Sociología de la Comunicación de masas. Barcelona: Gustavo Gilli. (pp. 127-172) Martín Barbero, Jesús (1987). De los Medios a las Mediaciones: Comunicación, cultura y hegemonía. Barcelona: Ediciones Gili S.A.
  • McQual, Denis (1983). Introducción a la teoría de la comunicación de masas, Barcelona: Paidós Comunicación.
  • Torrico Villanueva, Erick (1999). El sensacionalismo: algunos elementos para su comprensión y análisis. Disponible en: www.saladeprensa.org.ar Veron, Eliseo (1985). Contrato de lectura.


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